Ing. Agr. MA. Joel H. Velasco Molina
Profesor Emérito del Tec de Monterrey
Asesor Técnico de ABS México y de GEMEX
Se lee en libro “El sector lácteo español en la encrucijada” (Miguel A. Díaz Yubero, 2016), “que en pocos sectores y en pocas ocasiones se da la circunstancia que el propio productor fabrique la maquinaria que utiliza en sus procesos productivos”. Esto nos debe hacer pensar, lectoras y lectores, que en la fabricación de nuestra maquinaria para producir leche — “ las vacas lecheras”—, se supone el compromiso de tener bien claros: Metas, Objetivos e índices de medición, para la administración del hato de becerras y vaquillas.
Ahora bien, en respuesta al intitulado de esta contribución es obligado cuestionarnos, ¿cuál es la Meta de sobrevivencia de becerras y vaquillas hasta el primer parto, y de vacas en primera lactancia para una lechería?.
Yendo al grano, pienso yo, que la esencia es contar con el mayor número de las becerras que nacen, finalizando como vaquillas en su primer parto, y que la gran mayoría de éstas lleguen a un segundo parto.
Seguidamente la pregunta obligada que surge es: ¿cuál es esa Meta a alcanzar?. Apegándome a la bibliografía, encuentro que —para el primer caso — tal Meta es: que el 85 % o más de los partos con cría hembra, habrá de rendir frutos con vacas de primer parto, en línea de ordeño — entre los 22 y 24 meses —, satisfaciendo en talla, peso y condición corporal. Para el segundo caso, es decir, de vacas que sobreviven a una segunda lactancia, no hallo referencia exacta en la literatura.
Lamentablemente, por no contar con información exhaustiva al respecto, de los establos de La Laguna, creo conveniente sembrar la duda, tocante a analizar las cifras de la sobrevida de las becerras nacidas y que llegan a primer parto, y de cuántas de éstas primerizas alcanzan una segunda lactancia.
Lo anterior es importante recalcarlo, porque las pérdidas genéticas en becerras, vaquillas y vacas, inciden negativamente tanto en su programa genético cuanto en la salud financiera de toda empresa lechera.
Ahora bien, como los datos encontrados en la información de sobrevida de becerras hasta hacer el primer parto, se sitúan debajo de ese 85 % Meta (es decir: entre el 65 y 80 %,), y que las vacas en su primera lactancia, se elevan a tasas de desecho hasta de, entre 25 y 35 % (según se me informa), es de interés indagar cuáles son los factores de riesgo que causan estas pérdidas.
Se antoja por tanto obligado, que ante una situación anormal que pueda darse — y que debe ser perfectible —, hacer algún somero análisis de la temática en cuestión, tomando base en la literatura existente sobre el caso.
La gran mayoría de los hatos lecheros de tipo intensivo se dividen en dos grupos: 1. hato de vacas lecheras y secas y 2. Hato de becerras y vaquillas; en los que estas últimas no generan, en el presente, ningún ingreso a los productores lecheros, hasta el arranque de la primera lactación, y en consecuencia —y con frecuencia — se les descuida sin prever lo resultados futuros.
Las estimaciones de los gastos ligados con la crianza del reemplazo, varían en Estados Unidos entre el 15% y el 20% de los costos totales de producción de leche. No obstante, muchas vaquillas no llegan a su primera lactancia, debido a muertes o al desecho mayoritariamente involuntario. Consecuentemente, además de los problemas de bienestar animal, las altas tasas de mortalidad y desecho causan grandes pérdidas económicas a la industria lechera en todo el mundo.
Estaremos de acuerdo, pues, en que las pérdidas en la Cría y la Recría lechera, obedecen principalmente a causas de mortalidad y/o desecho (voluntario e involuntario); y la mortalidad de becerras sigue siendo alta en su primera etapa de vida a causa de diarreas y/o problemas respiratorios (primeros 3 meses); aparte, a efecto de la morbilidad (principalmente trastornos respiratorios) se dan asimismo desechos voluntarios, en razón de —por ejemplo— poco desarrollo en los animales, usualmente entre los 6 meses a los 13 meses de vida (poca estatura, bajo peso, vitalidad menguada, infertilidad, etc.).
En un estudio en China, se investigaron los parámetros poblacionales (estadísticas descriptivas) de las tasas de mortalidad de las becerras lecheras y las vaquillas de reemplazo, y los factores de riesgo que afectan la mortalidad y las tasas del desecho involuntario en el ganado Holstein chino. En tal estudio, la tasa de pérdida de las becerras lecheras y de las vaquillas de reemplazo, desde el día 3 al 60, 61 al 365 y 366 al primer parto, fue del 5.5 %, 7.4 % y 8.7 %, respectivamente. En suma, una pérdida de reemplazos de 21.6 %. Vale la pena señalar que casi el 13 % se pérdidas se consignó de los 3 días al año de edad.
En muchos establos las mayores causas de morbilidad y mortalidad en becerras lecheras siguen siendo diarreas, neumonías y septicemia. Estas son directamente causadas por mal manejo que puede prevenirse, con un buen programa calostral, y manteniendo, limpieza y desinfección en las áreas de partos y crianza.
Las causas de riesgo para la enfermedad incluyen: lugar de partos sucio, becerras de poco peso y/o nacidas en partos distócicos, inadecuado consumo de calostro (pocos anticuerpos en sangre), tetas sucias que maman las becerras neonatas, utensilios de alimentación no desinfectados (biberones, chupones, tinas), sobrepoblación en corral, instalaciones deficientes (pisos húmedos y contaminados), poca sombra, exposición a chiflones en temporadas frías, dieta líquida contaminada (no pasteurizada), agua insalubre, ventilación pobre, y fallas en el manejo (aislamiento) de becerras enfermas.
El foco de atención, pues, deberá ser: 1. Selección de las becerras a criar; 2. La eliminación de fuentes de infección del entorno de las becerras (área de partos, principalmente, jaulas o cunas, etc.); 3. La separación de las becerras de ambientes contaminados (de su madre y corral de parto); 4. Elevar el sistema inmunológico de las becerras, y 5. La reducción del estrés de las becerras. Sin embargo, la enfermedad no desaparecerá del todo, y es por tanto indispensable que su Médico Veterinario capacite al personal en la detección de enfermedad y tratamiento tempranos.
– Las vacas agresivas o difíciles de manejar (ordeñe) pueden provocar el desecho.
Para reducir el porcentaje de desecho en vacas lecheras de primera lactancia, es indispensable un control constante de la salud, buenas prácticas de manejo, nutrición-alimentación, y una selección genética estratégica para garantizar que estas vacas tengan la resiliencia necesaria, para prosperar durante las lactancias posteriores.
Vale la pena puntualizar, que cuando las becerras y vaquillas se administran por objetivos y se aplican índices de medición, las cifras del desecho de vacas de primer parto son considerablemente más bajas, entre el 15 y 20 %. Esto se hace evidente en algunos de los establos que visitamos, bien administrados, en La Comarca Lagunera.
“Se utilizó un conjunto de datos de 7,768 becerras Holstein nacidas entre 2004 y 2006, que incluían las tasas de crecimiento desde el nacimiento hasta el primer parto; la edad y el peso corporal en el momento de la inseminación; y la incidencia de diarrea, infecciones del ombligo y enfermedad respiratoria bovina (ERB), por sus siglas en inglés), para evaluar las posibles asociaciones entre estos factores y las probabilidades de completar la primera lactancia. Todas las vaquillas se criaron por contrato en una explotación de becerras y vaquillas (Rancho Las Nieves, Mallen, España), y regresaron a sus hatos de origen (133 hatos en total) antes del parto. Las fechas de muerte fueron proporcionadas por la Subdirección General de Explotaciones y Sistemas de Trazabilidad de los Recursos Agrícolas y Ganaderos del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino del gobierno español. En el momento del análisis, 2,571 (33.1%) animales de los 7,768 considerados habían muerto. En total, 655 (8.4%) vaquillas no finalizaron la primera lactancia, y 31.5% de ellas abandonaron el hato dentro de los primeros 50 DEL. Además, 4.8% de las vaquillas abortaron y fueron resecadas. Los datos se analizaron utilizando una regresión logística de efectos mixtos, y un análisis de supervivencia para variables dicotómicas y un modelo de efectos mixtos para las continuas. La incidencia de diarrea o infección del ombligo, no se asoció con las probabilidades de finalizar la primera lactancia. Las vaquillas que completaron la primera lactancia, tuvieron una edad promedio al primer parto menor de 23.8 m (724 d ± 2 d) que las que no lo hicieron 24.2 m (737d ± 3 d). Las vaquillas que alcanzaron la segunda lactancia, crecieron (0.8 ± 0,04 kg/d) más entre los 12 y 65 días de edad, que las que no lo hicieron (0.7 ± 0.04 kg/d). A medida que disminuyó la tasa de concepción, aumentaron las probabilidades de abandonar el hato antes de completar la primera lactancia.
La cantidad de servicios de IA necesarios por concepción, como vaquilla nulípara, se asoció negativamente con la supervivencia hasta la segunda lactancia. Las vaquillas que experimentaron un aborto tuvieron 2.73 ± 0.52 veces más probabilidades de abandonar el hato antes de completar la primera lactancia (pero también parieron a una edad mucho mayor al primer parto). Las vaquillas que experimentaron 4 o más casos de ERB antes del primer parto, tuvieron 1.87 ± 0.14 veces más probabilidades de no completar la primera lactancia, que las que nunca experimentaron ERB. Estos resultados muestran potencial para pronosticar el éxito futuro de las vaquillas en la finalización de la primera lactancia, en función de la ganancia diaria promedio temprana en la vida, la incidencia de ERB, el rendimiento reproductivo (tasas de concepción y aborto), y la edad al primer parto”.
Como cierre a esta mi contribución me permito invitarlos a meditar, en si las deficiencias que se apuntan en el resumen que seguidamente hago, puedan existir en la administración de su Cría y Recría, y merezcan solución.
Deficiencias observables en los hatos de becerras y vaquillas lecheras
BIBLIOGRAFÍA